Me ha gustado mucho este articulo, conocía de este aparato y habré hecho algún prototipo de el, pero desconocía su historia por completo, que ha resultado muy interesante y divertida.
En 1952, siete años antes de cofundar el Laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT junto a John McCarthy, el joven Minsky pasó el verano en los Laboratorios Bell de Nueva Jersey. Aquel estudiante de posgrado, que por entonces ya había creado el primer simulador de redes neuronales, trabajó allí con otro pionero. Claude Shannon, el padre de la teoría de la información, que había desempeñado una importante labor como criptógrafo en esas instalaciones durante la II Guerra Mundial, acabaría siendo su mentor.
Además de demostrar que el álgebra de Boole podía aplicarse a los circuitos electrónicos, Shannon también era un apasionado de los inventos aparentemente disparatados. Llegó a desarrollar una calculadora que realizaba operaciones en números romanos, un robot de malabarismos o un ratón mecánico que se movía por un laberinto.
Esa pasión común por las ideas absurdas provocó que Minsky y Shannon desarrollaran juntos unos cuantos dispositivos delirantes aquel verano, entre ellos una máquina que haría sonar una campana cuando la fuerza de la gravedad cambiara. Como es una constante, el timbre jamás desempeñó su labor, de ahí la gracia del asunto.
Entre todos aquellos inventos inservibles, la máquina inútil se llevó la palma. Era la más estúpida de todas, a juicio del pionero de la inteligencia artificial que la ideó. Shannon se encargó de construir aquel automatismo, que también se apodó «la última máquina», y la colocó con orgullo en su escritorio de los Laboratorios Bell.
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