Este relato pertenece a mi participación en el “Taller de #escritura nº25. Móntame una escena: la maldición” y también forma parte de mis relatos y novelas correspondientes a las crónicas, de las que hablaré mas adelante.
Escena propuesta
La escena de este mes tendrá un único requisito: ha de llevar por título La maldición, a secas, sin ninguna palabra más. Solo La maldición. A ver qué os sugiere este título a cada uno de vosotros.
Reto opcional
Como reto extra y opcional (esto quiere decir que NO tenéis que hacerlo si no queréis, pero siempre es recomendable porque sirve de ayuda para pulir técnicas narrativas), os proponemos escribir todo el relato sin usar la letra “t”. ¿Os atrevéis a intentarlo?
Si queréis probar suerte con el reto opcional, mi recomendación es que escribáis primero el texto sin preocuparos por él y después, en la reescritura, vayáis quitando las tes que aparezcan poco a poco, buscando sinónimos o frases alternativas.
A continuacion mi participación que tambien puede ser encontrada en el post citado a continuación.
La Maldición
“Llegará el día y el día será, cuando lo que una vez fue suelo, en el fondo yacerá.
Desolado e invisible yacerá.
El mar romperá sus barreras, pulverizará las rocas en arena fina, la desplazará y dejara donde alguna vez hubo vida, creando un desolador sepelio enorme e infame que almacenará los pecados de la humanidad.
Pero, ¿quién mejor que Gaia para acarrear el cambio?
Sus amplios campos surgirán del mar, buscando la luz del sol.
Sus enormes cordilleras desafiarán al cielo.
Pero el arenoso sepelio permanecerá como lúgubre recuerdo de aquellos vivieron en pecado”.
— Es lo que hay, la profecía habla, pero no se cumplirá aquí, si no en aquel mundo en el que vives.
El viejo observaba las palabras aparecer en el papel, comunicándole
cosas que debían suceder en mundos ajenos, pero sucedían en el suyo
Imaginando que su amigo se preocuparía, por lo que quiso calmarlo diciendo:
— Guarda la calma, Lo veía venir, en realidad, me incomodaba lo mucho que demoraba en suceder.
Dejando de escribir, quiso beber un poco más de café, pero no pudo, su mano le pedía escribir algo más, algo que él no sabía que era, pero accedía llevar al papel.
— Creo que deberías avisar a los demás, quizá puedan salvarse, hacer algo, asegurar que alguien se salve, no creo que la erradicación sea la solución de los problemas de Gaia.
—Eso es imposible — escribió el viejo — sabes que no alcanzare a comunicarlo, la maldición de la profecía hace que los hechos se realicen con solo una hora de previsión.
Se dibujó un silencio en el papel y el viejo dejo la pluma a lado del cuenco de café para recordar cosas de su vida.
No le pesa morir por sus pecados, pues él fue uno de los más grandes pecadores.
Incluso a pesar de haber querido enmendar sus errores en aquel gran programa.
Incluso a pesar de haber salvado a aquel niño de ese mismo programa.
Su mano quería escribir un nuevo mensaje de su amigo y regresa al papel para leer sus palabras.
—Podrías escapar, aun puedes hacerlo.
—No lo creo necesario, he vivido lo suficiente y es hora de dejar el relevo a los más jóvenes. Me agradaría saber que mi hijo se encuentra bien y tendrá un lugar el nuevo mundo que desea Gaia, pero he usado las palabras equivocadas con él y ha huido despavorido sin que le pudiera decir acerca de la profecía.
—¿Y si ampliamos un poco más la profecía? Seria grandioso saber si habrá alguien para vivir después del fin.
—Claro, ¿por qué no?
La cara del viejo parecía iluminarse al leer las nuevas palabras:
“Aun con el caos bajo el cielo, habrán hijos de la humanidad que sobrevivirán.
Engendrados por los pecados de los hombres, desconocerán a los dioses, serán como dioses y no llegaran a serlo, conseguirán la mirada de
Los cuervos, quienes horrorizados vieron morir a aquellos a quienes amaron desde sus orígenes y los llevaran al amparo de sus alas, para que sean los nuevos guardianes del mundo, con el fin de prepararlo para el regreso de aquellos que huyeron más allá del cielo”
—Habrá quienes sobrevivan…
—Eso parece, pero hay un regalo más que quiero que veas
“Los hijos desgraciados de la humanidad, buscaran comprender aquello que ya no posee esencia y serán reunidos por aquel cuyo miedo por Poseidón, le hace rey sobre él.”
Secándose las lágrimas, el viejo dejo de escribir, la felicidad lo desbordaba.
—No creo que nos quede mucho. Deberías hacer lo que debas hacer. Aunque solo fui sangre de una pluma en el papel, ha sido un placer ser su amigo.
—¡Pero!… – El viejo lloraba al escribir – cuando muera, dejaras de vivir y el mundo que creé se encerrara en un ciclo inacabable.
—Eso no es problema, a pesar de lo difícil que fue, lo pasé bien a su servicio.
Secándose las lágrimas una vez más, escribió un pedido a su amigo.
—Quiero pedir algo, cuando vuelvas a la vida, cuida a mi hijo.
—Dalo por hecho. Gracias, mi buen amigo.
El viejo se puso en marcha, cogió su libro y lo guardo en una caja de madera , que guardó en una caja de hierro aislada, cerró con llave la cual fue a dejar al lugar donde siempre la dejaba para que su hijo la localice con facilidad; debajo de la alfombra.
Al erguirse, vio una gran ola.
La profecía empezaba a tomar forma.