Un feroz estruendo despertó a la tripulación. La colonia fue establecida en un profundo cráter, lejos del lugar de aterrizaje, para poder evitar la radiación excesiva, las tormentas de arena y cualquier otro incidente violento, por lo que no temían demasiado a lo que pudiera suceder. Pero incapaces de salir a investigar, pronto se pusieron nerviosos y comenzaron a murmurar.
Scott estaba muy nervioso, pero trataba de no mostrarlo. Dio órdenes a la tripulación para prepararse para explorar el exterior, pero les dijo que esperen hasta nuevo aviso. Primero debería investigar lo que los sensores hayan detectado.
Tras volver a la estación de mando, encontró las pantallas llenas de valores anormales. Se suponía que los sensores eran capaces de casi predecir con antelación cualquier fenómeno natural, pero era evidente que no era algo natural. Y hasta donde sabía, lo único capaz de producir algo así, serían los humanos.
En su cabeza divagaban toda clase de historias de ciencia ficción y fantasía. Temía que hubiera marcianos o cualquier otra amenaza de la que no conocieran y el sudor comenzó a recorrer su rostro y los escalofríos, su espalda. Los datos no eran claros, pero era seguro que el productor del estruendo era algo artificial. Entonces, decidió enviar un Dron de exploración.
Scott había sido prudente a la hora de aprovechar los recursos. A pesar de que le preocupaba el bienestar emocional de la tripulación, temía a los imprevistos, manteniendo bastantes reservas para las máquinas de exploración, para tratar de evitar arriesgar al personal en caso de solo necesitarse echar un vistazo. Por lo tanto, ahora era la oportunidad de utilizar una máquina que consumía mucha energía, pero les dará las respuestas que necesitaba.
Tras llamar al personal capacitado, el centro de mando se llenó con un equipo con el único fin de rastrear lo que haya sucedido. Pero nuevamente fue prudente y les dijo que lo que descubran, sea guardado en estricto secreto.