«Capitulo Anterior
Capitulo Siguiente »
La urgencia de escapar se hizo manifiesta cuando los temblores comenzaron a desmoronar el refugio por lo que Dorian apresuró el paso. R-Aegis se desplazaba con agilidad entre los escombros que caían gracias a su pequeño cuerpo, pero Dorian tenía un poco de dificultad para hacerlo.
Hubiese sido más sencillo escapar por la ruta de entrada pero por los temblores o tal vez algún protocolo de seguridad desconocido, la puerta estaba atascada.
Ahora, mientras la tierra se sacude con más fuerza, huye guiado por alguien cuya apariencia es muy similar a la de quien causa el alboroto que hay afuera. Y ambos van encaminados a esa dirección.
— El protocolo Wert fue también llamado el protocolo del sueño del idiota. Lo llamábamos así porque estaba destinado a arruinar el sueño del Alto Mando que había ordenado el despliegue de L-Aegis de forma apresurada aun sabiendo que R-Aegis aún no estaba listo
— Espera, ¿hay más Aegis? o ¿te refieres a la de afuera?
— ¿Erina? ah sí, supongo que ya la conociste. Es mi gemela en términos humanos, aunque en realidad somos la misma entidad. Ambas fuimos criadas por Eleanora aunque tu tendencia por los nombres clave es la que nos dio tu nombre…
R-Aegis se quedó en silencio un momento y se detuvo a pesar de aún no haber encontrado una salida. Miró fijamente Dorian quien claramente estaba confundido. No por la explicacion si no por las referencias a recuerdos que sentía tener pero que se estaban disolviendo.
— Ya veo, esto es lo último que queda de ti, ¿verdad Alfred?Dorian
observaba mientras sentía que recuperaba el control de sus recuerdos a R-Aegis quien a pesar de ser tan habladora, no expresaba ningún tipo de emoción en su rostro. Tan solo un silencio de solemne despedida antes de continuar el escape.
— Bah, no debiste dejar que reemplazara a Eleanora. Pero pensé que era lo mejor para el proyecto.
R-Aegis hablaba sola mientras corría esquivando obstáculos hasta que finalmente llegaron a una puerta blindada que parecía ser tan sólida que podría ser indestructible.
— Muy bien, destrúyela —Las repentinas palabras de R-Aegis no parecían caber en los oídos de Dorian.
— ¡¿Qué?! Lo siento mucho pero esa puerta parece indestructible. Aunque yo sea muy resistente, no soy más fuerte que un humano normal.
— ¿No puedes? Eso es ridículo. Si lograste absorber a Alfred entonces debes ser un Regulador. Ellos son los únicos en el universo capaces de absorber las conciencias de otros humanos.
— ¡No! Te equivocas, no soy un … Espera, ¿qué dijiste?
— Te lo explicaré después pero apresúrate. Tal vez no exista en el mismo plano físico que tú, pero este cuerpo es frágil y también es el único soporte de existencia que queda para mí. Si alguna de esas rocas me aplasta, todo habrá acabado. ¡Solo tienes que golpear la puerta!
Dudando pero apresurado por las rocas que continúan cayendo, pasa al frente y prepara el golpe más fuerte que puede, un simple puñetazo que imagina destruyendole el brazo antes que hacerle un rasguño a la puerta y lo lanza destrozando la puerta en un instante, pero no tiene tiempo para sorprenderse. La expulsión de la puerta crea un vacío que los arrastra cuesta abajo y recordando que R-Aegis es frágil, la alcanza para cubrirla con su cuerpo de la caída.
Cuando terminan de caer, Dorian se levanta dejando con cuidado a R-Aegis a un lado. A pesar de los escombros y la tierra temblando, no puede evitar la sorpresa.
Como si de una enorme cráter se tratara, la ciudad de afuera ahora rodea un amplio terreno verde lleno de pequeñas casas de madera cubiertas de densa vegetación, ocultando la mayor parte de los lugares y casi desapareciendo la actividad humana del lugar.
— Perfecto, hemos llegado. El Laboratorio R-L
— ¿Cual laboratorio? Aquí solo hay ruinas de casas …¿primitivas?
Muchos de los diseños de las casas retumbaban en los recuerdos de Dorian. Eran similares a las casas que podía encontrar en las zonas rurales del lugar donde vivía y desde que apareció en este mundo, no había vuelto a ver ese diseño.
— Este no es mi planeta, la Tierra, ¿verdad?
— No. La Tierra desapareció hace mucho. Este es uno de los cincuenta planetas colonizados por los humanos después de huir de la destrucción de ese planeta.
— Entonces …
— ¡Ya basta! ¡Preguntas mucho! ya te explicaré cuando tengamos tiempo. Tenemos que encontrar la clave Wert, sígueme, es por aquí.
R-Aegis caminaba con seguridad entre las ramas y matorrales como si estos no existieran, pero recibía constantemente daño real del que parecía no ser consciente.
— Espera, ¿qué haces? — Preguntó Dorian al ver que R-Aegis se estrellaba contra un árbol pero continuaba caminando como si este no estuviera
— ¡Camino a donde está el código Wert!
— ¡Pero si no rodeas el árbol no podrás avanzar!
— No hay ningún árbol en este camino, no digas tonterías
— No me digas que…
Dorian estaba convencido de la percepción espacial de R-Aegis después de verla ágilmente esquivando los escombros que caían.
— ¿Me estas siguiendo? ¡ya deberíamos estar por llegar asi que apresurate!
— Maldición, ¡eres ciega!
Dorian volvió a apretar sus puños para golpear el árbol en un intento de que lo que hizo con la puerta vuelva a funcionar y este salió volando por los aires dejando el paso libre para que R-Aegis siguiera caminando.
Continuó golpeando los obstáculos frente a ella lo más rápido que podía a pesar de que sus brazos comenzaban a mostrar daño. Él sabía que si ese lugar que decía ella existía, estaría registrado en su memoria y seguro se movería según sus recuerdos, lo que significaba que el tiempo que gastó atascada en el árbol se descontaría del necesario para llegar al lugar de destino.
— Llegamos, rápido, ¡entra y ayúdame con la puerta como hiciste antes!
Ver a R-Aegis dar vueltas sobre sí misma sobre un área descampada confirmó sus sospechas. Ella es ciega y se mueve según sus recuerdos, por lo que es difícil saber qué tan lejos estarán de su destino.
— Espera, Viene Erina, necesitas esconderte. Ve debajo de ese escritorio y yo me encargare del resto.
Dorian mira a su alrededor, sabe que no encontrará ningún escritorio y trata de imaginarse que llaman escritorio en este mundo pero sabe que seguir las órdenes de R-Aegis es imposible, ni siquiera se ven las casas en ruinas cerca como para pensar que se refiere a alguna de esas ubicaciones, aun asi R-Aegis continúa su monólogo.
― Erina, ¿qué haces aquí? sabes que no puedes entrar hasta que el código Wert esté listo.
No, alfred aún no sabe cómo funcionará el protocolo R-L
¿Crees que el idiota lance el convenio Aegis aún sin terminar? Eso es imposible, ni siquiera ha ocurrido un desastre tan grande como para iniciarlo.
¿Eleanora ha muerto? eso es imposible!, ella estaba… ¡Oh, no! Cambiemos de lugar, Debo ir con Alfred
Adelantate, yo intentaré liberar a los reguladores.
Mientras R-Aegis continuaba hablando sola, Dorian trataba de acceder a los recuerdos de Alfred sin éxito. Ya desde algún tiempo que no era capaz de hacerlo pero sabe que de lograrlo sería posible entender la escena que estaba haciendo Aegis.
A pesar de esto, aún tenía disponible otros recuerdos muy desordenados, probablemente obtenidos del caótico momento en el que trataba de huir de L-Aegis. Cada uno de estos no estaba especialmente vinculado pero al estar disponibles era posible analizarlos.
Sentándose y esperando no tardar más de lo que R-Aegis necesite para empezar a moverse de nuevo, se concentró cerrando los ojos.
Frente a él pudo ver miles de ventanas con contenidos, unos más triviales que otros, probablemente de personas comunes que quedaron atrapadas en el sueño de Aegis. Sin embargo, escuchó una voz familiar sin conocer su origen, asi que prestó atención
—Míralas, son tan tiernas, he trabajado tanto en ellas que casi podría decir que son mis hijas. Míralas, pueden jugar con otros niños, pueden sentir y llorar, ¡son el mayor logro de la humanidad! ¡Hemos creado Vida!
— No Alfred, abre los ojos, ellas no son humanas, tampoco son tus hijas, deberías saberlo. Basta una línea de código para que se vuelvan contra ti y te maten sin remordimientos.
— Crees que no lo sé. Ya lo tengo asumido. Ellas no tendrán una infancia como los niños con los que están jugando. Sus emociones son totalmente artificiales y aunque reciban gran daño emocional, su corazón seguirá intacto, porque este no existe. Como dirían los antiguos; “Ellas no tienen alma”
— Si lo sabes, ¿por qué insistes en cuidarlas como a niñas humanas?
— No tengo alternativa. El único futuro para esta humanidad anhedónica es la tecnocracia… Ya hemos fracasado lo suficiente tratando de gobernarnos…
— ¡Alfred! Nuestro trabajo no es decidir de gobiernos. Lo único que tenemos que hacer es asegurar la supervivencia del proyecto de colonización y seguir las órdenes de la Diosa.
— ¡Yo sé, Wert! ¡Pero perdimos contacto con la Diosa desde hace mucho tiempo! ¡El proyecto Galileo es un fracaso, no hemos encontrado otras civilizaciones, nuestro planeta original fue destruido e intentado colonizar este planeta hemos visto, fracaso tras fracaso, como la población ha ido menguando!
— ¡La población es lo de menos Alfred! Aún quedan embriones en caso de que todo falle…
—¡Nada tiene que fallar! ¡Solo existimos en este momento, incluso los demás colonos han rechazado los estudios de longevidad y transhumanismo!
— Nadie quiere la vida eterna en este aburrimiento, yo sé, pero es lo que hay y tenemos que aceptarlo.
— No pienso aceptarlo. ¡MIentras tengamos cerebro e inteligencia deberíamos progresar! No limitarnos a seguir las órdenes de diosas inexistentes…
— No puedes decir eso Alfred. ¡Los precursores sí la conocieron, ella es real!
— No, Wert, ya han pasado cien generaciones y no hay rastro de ella. Basta de hablar. ¿Tienes la clave?
— La tengo… ¿La piensas usar?
— Aún no, todavía tenemos que despertar a los Reguladores.