Capítulo 9 – Los reguladores

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Un gran estruendo rompió la concentración de Dorian y canceló el monólogo de R-Aegis. El siempre azul cielo se rasgó permitiendo la entrada de un líquido espeso y viscoso que cayó con tal violencia al suelo que el movimiento bien pudiera compararse con un terremoto. Dorian se apresuró a buscar el lugar donde cayó esa sustancia pero no podía ver, le obstaculizaron aquellas ventanas que él creía solo podía ver en su imaginación. Montones de recuerdos sin orden definido que se veían mucho mas fácil que cuando tenía los ojos cerrados, pero la situación era urgente. Con L-Aegis fuera de control, cualquier señal de alerta merecía atención, más sabiendo que el cuerpo de R-Aegis es frágil y corre el riesgo de desaparecer si este es destruido.

— Hey, tu, Regulador — dijo R-Aegis — Probablemente seas Dorian, el quinto de la casa de Rotford. Dado que has reaccionado a este identificador, es probable que tengas más recuerdos de tu pasado de lo que estaría programado. Como regulador aberrante ya deberías haber desaparecido, pero parece que incluso el mecanismo de seguridad está roto en ti. Hagamos un trato. No puedo seguir negándolo, mi cuerpo es imperfecto y carezco de un sistema de navegación espacial. Llévame al lugar donde cayó la fuente de ese estruendo y te contaré todo sobre ti.

Dorian escuchó con familiaridad las palabras y la curiosidad inundó su corazón. De inmediato, agitó los brazos para quitar de su campo de visión aquellas ventanas y miró buscando el punto de colisión. Una gran humareda emergía a lo lejos, pero la claridad de esta le hizo dudar que sea a causa de fuego. Se asemejaba más al vapor de agua de las máquinas a vapor a las que estaba acostumbrado.
Teniendo una idea de hacia dónde dirigirse, agarró de la mano a R-Aegis y salió corriendo, pero no llegó muy lejos al notar que no sentía el peso de la chica.
Mirando atrás vio como esta seguía sentada, con la mirada aparentemente perdida en recuerdos que se disolvian en el tiempo.

— ¿Que pasa regulador? ¿Ya llegamos?

— Tu mano… ¡Tu mano se está convirtiendo en polvo!

— Ah, eso. ¡No hay tiempo para pensar en esas cosas, llévame donde te he dicho!

Dorian regresó a toda prisa y la sostuvo con cuidado para evitar romperla. Su cuerpo pequeño parecía frágil de por sí, pero ahora sabe con seguridad que lo es.

La acomodó sobre su espalda y comenzó a correr.

— ¿Aún no llegamos?

Al ver de reojo como un pie caía y se descomponía por las sacudidas de la carrera esquivando obstáculos, apresuró el paso sin decir nada. Aun así y a pesar de haber podido golpear con una fuerza sobrehumana una puerta blindada y romper árboles con sus puños, su velocidad seguía siendo similar a la de un humano normal.

— No me sorprende… El diseño fue muy difícil de interpretar así que no logramos recuperarlo todo. Es normal que haya algunas falencias aunque mejoramos algunas cosas.

Dorian trató de preguntar a qué se refería al sentir que de nuevo R-Aegis hacía referencia a algo que yacía en lo profundo de sus recuerdos pero no pudo decir nada. Mientras más se apresuraba, más le dificultaba hablar e incluso respirar, pero aun podía continuar de tal forma que parecía que el oxígeno no era una necesidad para él.

— El diseño del genio lo llamaban. A pesar de ser el trabajo de generaciones tras generaciones, solo la casa de Rotford le había dado la importancia que merecía, especialmente uno quien creyó en la posibilidad de dar una mejor vida a personas con enfermedades catastróficas.

Ese hombre pulió los detalles que faltaban para que la tecnología fuera viable. Él fue quien fundó la escuela del transhumanismo también, pero sus detractores aprovecharon una época convulsa en la que se trataba de erradicar una enfermedad creada en laboratorios de diversos gobiernos que buscaban la supremacía de las armas biológicas.

Dorian quería frenar en seco, los recuerdos acudían a él en tal avalancha que le daba náuseas. Se sentía débil e incluso sintió como la hoja de una daga se deslizaba entre los trozos de piel que se separaban al cortar su cuello.

El dolor se tornaba insoportable a pesar de que resistió sin mayores secuelas haber sido despedazado por L-Aegis. Su piel ardía, sentía las brasas que se acumulaban una tras otra sobre él y a pesar de esto, el frío que surgía desde su interior mientras su sangre brotaba de su cuello.

— Maldición — Dijo arrancando palabras de su garganta como pudo — Dime todo lo que sepas de una vez o me detendré.

— ¿Qué ganas deteniendome? tanto si lo haces como si no, desapareceré. La única diferencia que hay es que si te detienes, puedo optar por guardar silencio hasta que lo haga. Dorian gritó frustrado y aceleró el paso, mientras que R-Aegis continuó con su monólogo

— El proyecto Galileo surgió mucho tiempo después, pero ya existía uno cuya meta era conservar el talento humano para la posteridad. así que entre ambos, el Grupo Blanco Antigestantes reunió tantos humanos puros como pudieron junto a varios lotes con embriones de iguales características. El propósito: Destruir a los humanos infectados junto a La Tierra y buscar un nuevo hogar.

La situación se estaba volviendo asfixiante. Él ya conocía parte de la historia, pero los detalles finales sucedieron mucho tiempo después de su muerte, pero también sabía de ellos. Si todo lo que decía R-Aegis era cierto, entonces estaba siendo víctima de su propio invento; el sistema de soporte existencial post mortem.

La enorme humareda se hacia mas grande conforme pasaba el tiempo, tanto que aún estando lejos se veía como una sólida montaña blanca que bloqueaba su paso.

— Oye, pequeña. llegamos, pero no se ve nada.

Al no haber respuesta, volteo para verla y se dio cuenta de que ya no tenía piernas y su rostro se veía agrietado y distante.

— ¡Oye! ¡despierta!

— Avanza, no queda tiempo…

Dorian se adentró en la espesa humareda que parecía alimentarse de la luz del sol para brillar intensamente.

A menudo chocaba contra los obstáculos y trataba de rodearlos pero otras veces los obstáculos eran tan grandes que tenía que destruirlos

— Dorian, ya has hecho suficiente. deberías descansar. La voz de Roxana se oyó a través de la humareda sin poder definirse desde donde provenía.

— Solo tienes que dejarlo, Dorian. Déjalo y podremos ser felices.

La silueta de Roxana se dibujó frente a él y tan pronto como la vio, se abalanzó sobre ella lanzando un feroz golpe que no dio en el blanco.

— No volveré a caer en lo mismo, ¡Tú no eres Roxana!

— Solo tienes que dejarlo, tendremos muchos hijos y los criaremos en aquella casa de campo que compramos. Dorian volvió a lanzarse contra Roxana fallando de nuevo.

— ¡No! ¡Déjame en paz!

— ¿Y qué tienes que hacer? ¿No te basta conmigo? No tienes amigos, ni familia, cuando te conocí solo tenías unos cuantos libros bajo el brazo. Me debes la vida.

— …

— Me debes la vida, soy dueña de ella y como tal, te la puedo quitar.

Dorian sintió el familiar frio del filo de una navaja cortando su cuello a la vez que veía a Roxana sostenerlo por la espalda

— Me desobedeciste, mal niño. Solo tenías que ser mi mascota, ¿qué te costaba eso?¿no era suficiente con el agua y la comida que te di?

Su cuello se regeneró, pero el dolor que sentía era inmenso. Sentía que se le escapaba la vida en una sangre que fluía inexistente mientras que la mano que lo agarraba por la espalda parecía tener filo y aroma, una esencia a traición.

La marea de sensaciones y recuerdos lo estaban debilitando, la gran fuerza que tenía se redujo a la de un humano normal, tal vez a mucho menos que eso y cayó de rodillas.

— Aún te resistes, ¿verdad? — dijo Roxana — es cuestión de tiempo que te desangres, pero tenemos que continuar. ¿Puedes oír los gritos afuera? tal vez no, pero claman tu cabeza. Verterán el contenido de tu cráneo y beberán en él, lo llenarán con el alcohol que servirán para festejar tu muerte y aún te aferras a esa niña que llevas sobre tu espalda.

Roxana comenzó a apuñalar a Dorian a traves de R-Aegis, una vez tras otra, pero intentando defenderla, se giró y detuvo el brazo de Roxana, que se desvaneció al instante.

El sentia que no podía respirar, que tenía los pulmones llenos de sangre y la tráquea dividida por donde pasó la hoja cortando. Su furia crecía a instantes pero su cuerpo no respondía. Perdía fuerzas y cayó al suelo sintiendo su espalda cubrirse con la densa y cálida sangre de la niña que trataba de curar de aquella desastrosa enfermedad que pulverizaba su carne sin que doctor alguno pudiera hacer algo por evitarlo.
Sin embargo, de repente escuchó unos pasos dirigirse hacia ellos y decir:

— Suficiente. Siempre creíste ser más de lo que eras, pero hoy te agradezco esa personalidad tan enferma.

Un estruendo silenció un breve pero amargo grito y ante sus ojos vio el cráneo deforme de Roxana vaciando su contenido mientras se notaban pequeños estertores por respirar.

— Lo siento Dorian — La casa de Rotford debía desaparecer. Siempre demostraron ser unos incompetentes hasta que llegaste tú. Será un desperdicio si se pierde tu talento así que dejaré que la turba juegue con el cuerpo de Roxana, al fin y al cabo están tan furiosos que no diferenciarán a un hombre de una mujer. Ah, parece que ya no puedes contestar, da igual, te vienes conmigo.

Sus sentidos se fueron desvaneciendo mientras oía una puerta romperse y la multitud entrar. Mientras tanto, en un último esfuerzo, trató de alcanzar la mano de Roxana quien yacía a su lado muerta desde hace rato.

— Todo apunta a que no hemos llegado todavía ¿verdad? Puedo oír cerca los gritos del cielo, pero no los oigo acercarse. Es probable que nos hayamos estancado por culpa de tus recuerdos, regulador.
La voz de R-Aegis se oía débilmente a través del profundo silencio de sus sentidos pero aun no podía moverse.

— Bueno, por eso era necesario despojarlos de sus recuerdos. Siempre es lo mismo, se rompen cuando logran recordar algo. Pero no hay tiempo ni te puedo desechar ahora. Esfuérzate un poco más y arrástrate hacia desde donde se oyen los gritos del cielo. Aunque es lo único que se escucha en este momento, puedes saber donde están porque son el sonido que hacen los reguladores al ser digeridos por esa masa que viste caer. cuando lleguemos ahí, lánzame lo más rápido que puedas, del resto me encargo yo.

Dorian al escuchar estas palabras, intentó seguir al único sentido que funcionaba en ese momento. Se arrastró torpemente en esa dirección y cuando sintió que el sonido era más alto, abrió los ojos.
Frente a él, una pila de cuerpos tan alta como los árboles que rodeaban el lugar estaba siendo asimilada por la cosa que cayó del cielo.

— Llegamos. Si ves que todo se complica, busca la clave Wert.

Entonces Dorian lanzó a R-Aegis hacia ese lugar, pero al no poder controlar su fuerza, esta cayó justo en la pila y la sustancia también la comenzó a asimilar.