Capítulo 4 – La matriarca infantil

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Tras confirmar la muerte del chico, Dorian siguió observando. Sabía que era imposible salvarlo pero un extraño sentimiento lo molestaba. Como si sus manos se volvieron pesadas y rígidas como nunca antes le había pasado.

Roxana seguía llorando en su rincón asi que solo le quedaba volver a poner manos a la obra. La particularidad del lugar le daba más pistas que los escombros exteriores que había encontrado ya que la tecnología del lugar era algo más primitiva.

Se acercó al panel de control y moviendo los restos que quedaban sobre él, lo examinó.

Su tosco diseño difería del resto de tecnologia en el lugar, parecía estar construido con trozos de repuestos y en muchos casos, cables y piezas no parecían encajar entre si.

Al estar en una habitación oculta, era muy probable que se trate de la obra de un grupo disidente. Tal vez, el primero encontrado de entre todos los Nodos.

Los refugiados siempre parecían moverse por el miedo. A pesar de que navegaban paralelo a las líneas de comunicación, tendían a emprender la huida al acercarse a los nodos, pero su supervivencia dependía de estos. Por esa razón, gran parte de su tecnología era pedazos apenas funcionales de la que traían de sus nodos de origen.

Cada grupo tenía tecnología diferente pues provenían de nodos con distintos grados de maduración.
Al parecer, Desde la implementación de los primeros prototipos de Aegis, el desarrollo de la tecnología quedaba a cargo de la inteligencia artificial a cargo creandola según las necesidades particulares de sus habitantes.

— Tal vez, los refugiados aún tengan secretos por revelar… — Pensó mientras sostenía un pedazo de metal grabado con una inscripción que le pareció familiar — A juzgar por las inscripciones de este objeto, podría afirmar que proviene de otro Nodo.Dorian

entonces comenzó a sentir fuertes dolores de cabeza. Su visión se distorsionaba y vio el objeto que tenía en sus manos, transformarse en una fuente de energía similar a las que usaba cuando trabajaba para la casa de Luden.

— ¿Aether? Eso es imposible, es físicamente imposible. El unico que sabia como construirlo era yo pero … ¡era imposible!

Cuando el dolor de cabeza se calmó, volvió a observar a su alrededor. Vio al chico hinchado y se dio cuenta de que el tiempo volvió a saltar sin que se diera cuenta, tal vez algunos dias a juzgar por el estado de putrefacción del cuerpo. Roxana, por su parte, se encontraba mirándolo fijamente esperando algún movimiento.

Dorian sabía que Ella no era la persona a quien conoció y amó. Aunque su aspecto fuera similar, su comportamiento era diferente pero debido a su esfuerzo por ignorarla, no se habia dado cuenta de que tanto lo era.

Mientras que Roxana tenía un paso elegante y seguro al andar, la usurpadora se deslizaba con agilidad a cada momento. sus gestos, torpes y rígidos eran similares al de un niño recién nacido más que al de una mujer adulta y su curiosidad parecia exigir respuestas que nunca conseguirá.

— ¿No vas a despertar? — Dijo roxana de repente.

Ella se levantó de donde estaba sin apartar la mirada del cadaver. Lo observó con cuidado y empezó a patearlo repetidamente mientras le decía que despertara, hasta que se oyó el sonido de sus huesos crujiendo.Al no obtener respuesta, con desesperación se dirigió al panel de control y buscó con insistencia algo que no pudo encontrar por lo que con furia golpeó y arrancó los cables que arrastró hasta el cuerpo.

— ¡Despierta! — gritaba mientras clavaba los cables en el cuerpo del sujeto.— ¡Despierta hijo! ¡No estás en una cámara de soporte vital! ¡te podría hacer mal!

— “¿Hijo?” — A pesar de la violencia que estaba presenciando, Dorian se sorprendió por este detalle.
Roxana era estéril debido a un accidente que tuvo cuando era niña y le tenía especial animosidad al instinto maternal al considerarlo como un comportamiento atávico que debería erradicarse de la humanidad.

Pero la usurpadora, abandonando sus gestos infantiles, adoptó una postura rígida y volteó a ver a Dorian, hablándole con la misma calma que tenía antes:

— Ah sí, es mi hijo y está fuera de su cama. ¿Podrías decirme por qué no despierta?

Dorian no pudo evitar retroceder un paso ante la escena. El comportamiento de la usurpadora le resultaba cada vez mas aberrante, pero sin dudar, de inmediato respondió

— Porque tu “hijo” está muerto, el no va a despertar

— No, eso es imposible, yo lo dejé en su cama, él tiene que ser feliz. Yo me encargaba de hacerlo feliz. ¡Él tiene que volver a su cama y ser feliz!

Sus gritos volvieron a sonar desesperados, idénticos a los de una madre que despierta y descubre que su hijo ya no respira y no puede asimilarlo.

— Pues aun si lo llevaras, ya no va a dormir. Está muerto.

El rostro de Roxana se torció en un extraño gesto mientras gritaba con desesperación. Arrancó más cables del panel de control y los clavó en el cadáver que parecía solo una masa sanguinolenta y deforme.
Dorian no daba crédito al brutal espectáculo que presenciaban sus ojos. Ese comportamiento no parecía natural ni aun en caso de locura extrema y demostraba total desconocimiento de los procesos de la vida y muerte, por lo que movido por la curiosidad intento calmarla para entender mejor la situación.

— ¡Calma! primero dime qué ha pasado aquí. Al menos yo sí estoy vivo.

Roxana se detuvo y respondió

— No eres mi hijo. ¿Quién eres? ¿Quieres conocer a mis hijos? Ellos duermen y son felices.

La mirada vacía de la falsa Roxana le produjeron escalofríos. Se mostraba orgullosa de algo que él no entendía y a pesar de haberlo seguido por tanto tiempo, parecía desconocerlo ahora, como si fuera el intruso que había sido desde el principio, pero no le mostraba hostilidad.

Entonces las luces del lugar se encendieron y las paredes se disolvieron dejando ver un enorme campo de flores bañado en la cálida luz del sol. Allí y acostados en orden, miles de personas dormían plácidamente sobre la hierba.

Desconcertado, Dorian busco por todos lados a Roxana y al no encontrarla, gritó:

— ¡¿Qué has hecho?! ¡¿Donde estoy?!

— ¡Mira, mis hijos! — La ya familiar voz de la usurpadora llamó su atención— ¿A qué son lindos, verdad?, pero aquí faltan dos y allá hay algunos que se ven extraños. Desde que los acosté a dormir ninguno ha querido despertar. No despiertan.. ¡No lo hacen!. ¡No vuelven!

Dorian se voltea para ver la voz que le habla pero en lugar de encontrarse con Roxana, encuentra la figura de una niña vestida de luz que sostiene con fuerza su cabeza entre los brazos mientras repite constantemente “no vuelven…”

— ¡¿Tu eres Aegis?! — exclamó sorprendido.