Capítulo 5 – El Despertar del Sabio

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Desde que fue transportado a ese extraño lugar, Dorian se ha estado emocionado. Algo lo impulsa a explorar con curiosidad mientras que su prudencia lo detiene. Es tan fuerte el impulso que casi puede oírlo decir claramente “Recorre el mundo y aprende”.

Observa detenidamente esperando que sus sentidos le ayuden a determinar si es una ilusión o realidad, pero todo se siente tan real como la primera visión que tuvo al entrar a esta ciudad. La fresca brisa mueve las hojas y acaricia su piel refrescando su inquieta alma mientras que el suave aroma de las flores y hierba le inducen algo de sueño.

Las personas que yacen dormidas no tienen mayor expresiones faciales, pero todas tienen una pequeña diadema dorada que tal vez esté relacionada con su sueño. Algunos, tal y como dijo Aegis, tienen un aspecto pálido, “extraño” pero no parecen estar sufriendo. Dorian se acercó a estas personas y eligiendo a una al azar, tocó su frente.

— Creo que ha sido suficiente… ya es hora de irse, ¿me ayudas?

Dorian se dio cuenta de que había sido transportado a otra ilusión, esta vez es una ciudad similar a la que estaba explorando y el cielo parecía muy brillante. Frente a él un anciano de apariencia extrañamente saludable lo miraba sonriendo y le dijo:

— Hola, extraño. No pareces pertenecer a mi mundo. ¿Eres Aegis? ¿No? Da igual. Solo quería ver a alguien real antes de despedirme. He encontrado la forma de acabar con esto. Estoy viejo y satisfecho de días pero no puedo morir. Conocí el mundo real antes de que se activara el protocolo Aegis pero quedé atrapado, al igual que todos cuando comenzó el desastre. No niego que este mundo sea maravilloso. Es decir, ¡mira! Ahí están mi esposa, mis hijos y mis nietos.

El anciano volteó hacia un parque infantil mostrando a su familia. Una anciana sonreía al ver a una pareja jugar con dos niños en unos columpios que bien podrían llamarse primitivos en relación a la ciudad que los rodeaba.

— ¡Espere! — interrumpió Dorian — Esto es extraño. La ciudad la conozco, pero el parque está en un lugar donde antes había solo edificios. Es más, los mismos juegos desentonan con toda la ciudad. ¡Se parecen a los que habían en mi mundo y tras siglos deambulando nunca encontré nada parecido en este!
El anciano lo miró sorprendido y con lágrimas en los ojos lo zarandeó diciendo.

— ¡Lo sabía! ¡eres real! y ¡vienes del mundo real! Tienes razón. El parque no estaba allí antes. MI esposa tampoco. Ella había muerto mucho antes que ocurriera el desastre y si bien mis hijos seguían vivos, no me habían dado nietos todavía. Pero espera, ¿dijiste siglos?

Dorian se detuvo en seco ante la pregunta del anciano. Las dudas sobre el ser aceptado en la sociedad no eran tan grandes como para ocultar su extraña naturaleza, pero no había encontrado ningun humano para poder compararse y comprobar si sus características eran normales en este mundo.

— Tengo 586 años, señor. Tal vez más, tal vez menos. no lo sé. ¿En este lugar es normal esta longevidad?

— Como ya te dije, aqui soy inmortal. Tal vez hayan pasado diez milenios y las cosas nunca han cambiado. Diez milenios de aburrida felicidad, pero antes del desastre los humanos no vivíamos más de ochenta años. Nos dijeron que era imposible alargar la esperanza de vida. Tal vez tú seas … no, eso es imposible…

¡Escucha! te haré un regalo, tal vez seas un regulador. Si ese es el caso, entonces necesito que me ayudes. Si lo eres, entonces tu sueño estara vinculado al tuyo por lo que cuando despiertes, tendrás mis recuerdos para usar a placer y mi sueño acabará. Ve a mi casa y usa mis recuerdos para desbloquear la informacion que te pueda servir, así que ¡Despierta! ¡Despierta y libérame de esta aburrida pesadilla!
Dorian se sorprendió por la avalancha de información y mientras el anciano le decia que despertara, una voz en su cabeza retumbó diciendo: “¿el impulso del humano? ¡Aprender y avanzar!”

Al abrir los ojos, estaba de vuelta en el verde campo donde la gente dormía. Allí sintió un fuerte golpe que le rompió los huesos de los brazos, costillas y un grito que destruyó sus tímpanos diciendo:“¡¿Que has hecho?! ¡Alejate de mis hijos!”