Ok, mi participación para el #tallerlluvia para el grupo Acordes Literarios que se me ocurrió curiosamente, pensando en la sequía de mi país. A veces temo que si llueve todo se vaya a disolver. (365 palabras) #noobcomplex
Un Día Lluvioso
Día lluvioso
El día que el cielo se llenó de nubes, todos sabían que se acercaba una tormenta.
La temperatura descendía ante la ausencia del sol mientras que cada quien seguía en sus labores cotidianas. El golpeteo de algunas gotas sobre los techos de zinc anunciaba el inicio de la lluvia.
Probablemente no se le pueda llamar una lluvia como tal, más bien como un chubasco. Un continuo gotear del cielo que con persistencia mojaba las calles polvorientas.
Las personas agradecieron que el clima refrescara, pero pronto comenzaron a renegar. El suelo polvoriento se convirtió en un lodazal resbaloso que hacia las calles intransitables. Las personas resbalaban y en su desesperación buscaron refugio.
El ruido de la lluvia se tornaba soporífero mientras esperaban que pase. El lodo era arrastrado constantemente hacia las alcantarillas pero parecía no acabar nunca. Fue tan solo el grito de una mujer lo que llamo la atención hacia donde un niño que había escapado de su madre, se disolvía bajo las gotas que lo bañaban y arrastraban como al resto del barro del suelo.
Todos miraron las calles vacías y entendieron la razón, aunque no comprendían como habían dejado pasar por alto algo tan evidente.
El tiempo transcurría mientras la lluvia, constante empezó a sonar más suave, como si cayera sobre una superficie gelatinosa. Los carros, las luminarias, las mesas de los locales, todo se disolvía como agua barriendo el barro y las casas comenzaron a ceder.
Los techos se disolvían y deslizaban en sus propias rendijas de desagüe. Los muros salpicados también cedían ante la persistente lluvia que, sin cambiar su potencia, seguía causando destrozos. Las personas que no lograban huir a los pisos más bajos apenas alcanzaban a gritar antes de descomponerse y ser arrastradas por las alcantarillas, hasta que estas se anegaron al no poder llevar todo el lodo al mar.
Cuando terminó de llover, poco podría deducirse del paisaje. Los arqueólogos del futuro tendrán problemas para determinar que hubo aquí. Probablemente hubiera habido alguna civilización en el lugar. Lo deducirían por el anegado sistema de drenaje, tapado por una masa grisácea petrificada que lleva la historia de una población que se disolvió con la lluvia de un día nublado.
Pues si, este escritor es genial y esta siendo candidato para uno de mis favoritos, este relato lo he encontrado leyendo su biografía y lo adjunto aquí de la misma forma que los anteriores.
Me parece bastante genial que el fin del mundo del que hablan durante toda la historia y que nadie sabe como será o cual es su motivación, nos resulte igual de desconocido a nosotros que somos los espectadores omniscientes durante toda la historia y que al final, todo termine con una despedida de buenas noches. Es un poco complicado darse cuenta que en realidad, el mundo de estas personas terminó en el momento en el que dejamos de leer.
¿Qué harías si supieras que esta es la última noche del mundo?
La ultima noche del mundo
—¿Qué haría? ¿Lo dices en serio?
—Sí, en serio.
—No sé. No lo he pensado.
El hombre se sirvió un poco más de café. En el fondo del vestíbulo las niñas jugaban sobre la alfombra con unos cubos de madera, bajo la luz de las lámparas verdes. En el aire de la tarde había un suave y limpio olor a café tostado.
—Bueno, será mejor que empieces a pensarlo.
—¡No lo dirás en serio!
El hombre asintió.
—¿Una guerra?
El hombre negó con la cabeza.
—¿Ni la bomba atómica o la de hidrógeno?
—No.
—¿Una guerra bacteriológica?
—Nada de eso —dijo el hombre, revolviendo suavemente el café—. Solo, digamos, un libro que se cierra.
—Creo que no entiendo.
—No. Ni yo, para serte sincero. Solo es un presentimiento. A veces me asusta. A veces no siento ningún miedo, solo una cierta paz —miró a las niñas y los cabellos amarillos que brillaban a la luz de la lámpara—. No te lo he dicho. Ocurrió por vez primera hace cuatro noches.
—¿Qué?
—Un sueño. Soñé que todo iba a terminar. Me lo decía una voz. Una voz irreconocible, pero una voz de todos modos. Y me decía que todo iba a detenerse en la Tierra. No pensé mucho en ese sueño al día siguiente, pero fui a la oficina y a media tarde sorprendí a Stan Willis mirando por la ventana, y le pregunté: “¿Qué piensas, Stan?”, y él me dijo: “Tuve un sueño anoche”. Antes de que me lo contara yo ya sabía qué sueño era ese. Podía habérselo dicho. Pero dejé que me lo contara.
—¿Era el mismo sueño?
—Idéntico. Le dije a Stan que yo había soñado lo mismo. No pareció sorprenderse. Al contrario, se tranquilizó. Luego nos pusimos a pasear por la oficina, sin darnos cuenta. No fue planeado. Caminamos por nuestra cuenta, cada uno por su lado, y en todas partes vimos gentes con los ojos clavados en los escritorios o que se observaban las manos o que miraban la calle. Hablé con algunos. Stan hizo lo mismo.
—¿Y todos habían soñado?
—Todos. El mismo sueño, exactamente.
—¿Crees que será cierto?
—Sí, nunca he estado más seguro.
—¿Y para cuándo terminará? El mundo, quiero decir.
—Para nosotros, en algún momento durante la noche. A medida que la noche vaya avanzando alrededor del mundo, llegará el fin también para el resto. Tardará veinticuatro horas.
Durante un rato no tocaron el café. Luego levantaron lentamente las tazas y bebieron mirándose a los ojos.
—¿Merecemos esto? —preguntó la mujer.
—No se trata de merecerlo o no. Es así, simplemente. Tú misma no has tratado de negarlo. ¿Por qué?
—Creo tener una razón.
—¿La que tenían todos los demás en la oficina?
La mujer asintió.
—No quise decirte nada. Fue anoche. Y hoy las vecinas hablaban de eso entre ellas. Todas soñaron lo mismo. Pensé que era solo una coincidencia —la mujer levantó de la mesa el diario de la tarde—. Los periódicos no dicen nada.
—Todo el mundo lo sabe. No es necesario —el hombre se reclinó en su silla mirándola—. ¿Tienes miedo?
—No. Siempre he pensado que tendría mucho miedo, pero no.
—¿Dónde está ese instinto de autoconservación del que tanto se habla?
—No lo sé. Nadie se exalta demasiado cuando todo es lógico. Y esto es lógico. De acuerdo con nuestras vidas, no podía pasar otra cosa.
—No hemos sido tan malos, ¿no es cierto?
—No, pero tampoco demasiado buenos. Me parece que es eso. No hemos sido casi nada, excepto nosotros mismos, mientras que casi todos los demás han sido muchas cosas, muchas cosas abominables.
En el vestíbulo, las niñas se reían.
—Siempre creí que cuando esto ocurriera la gente comenzaría a gritar en las calles.
—Pues no. La gente no grita ante la realidad de las cosas.
—¿Sabes?, te perderé a ti y a las chicas. Nunca me ha gustado la ciudad ni mi trabajo ni nada, excepto ustedes tres. No me faltará nada más. Salvo, quizás, los cambios de tiempo, y un vaso de agua helada cuando hace calor, y el sueño. ¿Cómo podemos estar aquí, sentados, hablando de este modo?
—No se puede hacer otra cosa.
—Claro, de lo contrario estaríamos haciéndolo. Me imagino que hoy, por primera vez en la historia del mundo, todos saben qué van a hacer de noche.
—Me pregunto, sin embargo, qué harán los otros, esta tarde, y durante las próximas horas.
—Ir al teatro, escuchar la radio, mirar la televisión, jugar a las cartas, acostar a los niños, acostarse. Como siempre.
—En cierto modo, podemos estar orgullosos de eso… como siempre.
El hombre permaneció inmóvil durante un rato y al fin se sirvió otro café.
—¿Por qué crees que será esta noche?
—Porque sí.
—¿Por qué no en otra noche del siglo pasado, o de hace cinco siglos o diez?
—Quizá porque nunca fue 19 de octubre de 2069, y ahora sí. Quizá porque esa fecha significa más que ninguna otra. Quizá porque este año las cosas son como son, en todo el mundo, y por eso es el fin.
—Hay bombarderos que esta noche estarán cumpliendo su vuelo de ida y vuelta a través del océano y que nunca llegarán a tierra.
—Eso también lo explica, en parte.
—Bueno —dijo el hombre incorporándose—, ¿qué hacemos ahora? ¿Lavamos los platos?
Lavaron los platos, y los apilaron con un cuidado especial. A las ocho y media acostaron a las niñas y les dieron el beso de buenas noches y apagaron las luces del cuarto y entornaron la puerta.
—No sé… —dijo el marido al salir del dormitorio, mirando hacia atrás, con la pipa entre los labios.
—¿Qué? —¿Cerraremos la puerta del todo, o la dejaremos así, entornada, para que entre un poco de luz?
—¿Lo sabrán también las chicas?
—No, naturalmente que no.
El hombre y la mujer se sentaron y leyeron los periódicos y hablaron y escucharon un poco de música, y luego observaron juntos las brasas de la chimenea mientras el reloj daba las diez y media y las once y las once y media. Pensaron en las otras gentes del mundo, que también habían pasado la velada cada uno a su modo.
—Bueno —dijo el hombre al fin.
Besó a su mujer durante un rato.
—Nos hemos llevado bien, después de todo —dijo la mujer.
—¿Tienes ganas de llorar? —le preguntó el hombre.
—Creo que no.
Recorrieron la casa y apagaron las luces y entraron en el dormitorio. Se desvistieron en la fresca oscuridad de la noche y retiraron las colchas.
—Las sábanas son tan limpias y frescas…
—Estoy cansada.
—Todos estamos cansados.
Se metieron en la cama.
—Un momento —dijo la mujer.
El hombre oyó que su mujer se levantaba y entraba en la cocina. Un momento después estaba de vuelta.
—Me había olvidado de cerrar los grifos.
Había ahí algo tan cómico que el hombre tuvo que reírse.
La mujer también se rió. Sí, lo que había hecho era cómico de veras. Al fin dejaron de reírse, y se tendieron inmóviles en el fresco lecho nocturno, tomados de la mano y con las cabezas muy juntas.
—Buenas noches —dijo el hombre después de un rato.
Una de las cosas que mas me impresiona es la habilidad de crear ambientes alegres, tranquilos o felices capaces de transmitir emociones tan contrarias como tristeza, desesperanza o angustia. he leído algunos ejemplos y el mas reciente es “La ultima noche del mundo” de Ray Bradbury que usare como ejemplo para explicar lo que digo. http://ciudadseva.com/texto/la-ultima-noche-del-mundo/ el reto que propongo es tratar de describir una historia, sea contemporánea, apocalíptica o post-apocalíptica que transmita una primera impresión feliz, pero de fondo haga sentir desesperanza o tristeza. en menos de 500 palabras. como curiosidad, si lo desean, pueden agregar cuanto tiempo les ha llevado y en que se han inspirado para escribirlo.
Realmente no se en que me inspiré, tal vez en una especie de purgatorio, pero buscando que sea feliz. digamos que no lo tengo claro
La Felicidad que se Negaron
Danzando Alrededor del fuego
En el amanecer del tercer día, el festival estaba en todo su apogeo. Los rostros felices de las familias mostraban la emoción de asistir al último evento del año. Una niña avanzaba zarandeando su osito mientras saltaba entre los transeúntes que iban desapareciendo según avanzaba. Había perdido a sus padres, pero no lo sabía. No los recordaba, no le importaba.
El centro estaba lleno de personas bailando al ritmo de una suave canción que sonaba a lo lejos sin poder determinarse su origen. Coreografías elegantes desplegaban un mar de movimiento que hacía que la multitud se mueva coordinada como un ejército de hormigas que siguen un rastro en círculo que se extiende y contrae según cambia el tono de la música.
Los danzantes toman una pareja, cualquier miembro de la multitud cada vez más pequeña y bailan según suena la siguiente canción. Un suave Valtz con el cual se pegan y alejan con una sonrisa sincera de felicidad hasta que cansados al final de la canción, hacían una reverencia y desaparecían sin que a nadie le importara.
Las calles están llenas de locales adornados con todas sus galas. Comidas sabrosas se ofrecen a mitad de precio mientras las personas se abomban a las puertas esperando ser atendidas y con la eficiencia de mil máquinas los recepcionistas despachan sus productos con rapidez.
La emoción de la gente al recibir lo que buscaban era sin duda algo digno de admirar. Las familias buscaban un lugar donde tranquilos, con el murmullo de la gente conversando a su alrededor, se sentaban a comer, disfrutar de sus alimentos los cuales frecuentemente eran compartidos para probar los sabores que no eligieron. Algunos conversaban sobre lo que les había ocurrido durante el día y otro sobre cosas del trabajo. Algunas lágrimas corrían por sus rostros tras disculparse por alguna cosa del pasado y otros tan solo se recostaron a ver las nubes pasar mientras con dulces palabras se despedían y ascendían como un vapor etéreo que se disipaba en el aire.
El día avanzaba, las multitudes se disolvían como polvo arrastrado por el agua de la lluvia y los locales fueron cerrando, satisfechos de unas buenas ventas y quedaron vacíos.
La ciudad quedó vacía. El campo quedó vacío. El día se iba degradando mientras la noche nacía al ritmo de una suave canción que aún se oía en los parques donde los restantes aun jugaban.
Niños sin padres caminaban entre los juegos buscando algo que jamás existió, algo que nunca tuvieron y olvidando sus preocupaciones, comenzaron a entretenerse en largas conversaciones cuando no, en divertidos juegos que ellos mismos inventaban.
Los locales de comida aún tenían dulces y frutas que tomaban libremente y compartían hasta quedar satisfechos, llenos, felices.
El agotamiento llegaba a todos por igual y mientras una niña caminaba entre todos, cada uno de ellos fue despidiéndose con una sonrisa alegre con la esperanza de jugar una vez más, algún día como lo hicieron esta vez. Tal vez desearon atesorar su felicidad en el fondo de sus corazones, mientras se convertían en un vapor intangible que se diluía en el aire.
La niña por su parte, llegando a lo alto de un juego con cuatro resbaladeras se sentó y frente a su osito comentó.
— No tuve de quien despedirme. ¿Te quedarías aquí como recuerdo de nuestra amistad?
El osito sin decir nada observo como aquella hermosa sonrisa desaparecía con un imponente manto negro sin estrellas de fondo.
Imagen obtenida de: https://suarezepr68.wordpress.com/2019/01/21/camaras-en-la-caseta-parte-1-y-2/
En una noche tranquila de luna llena, el viento soplaba en calma a través de las ventanillas de la recepción. El aire acondicionado estaba roto pero no era necesario ya que el clima daba para trabajar sin él.
Somnoliento en la silla frente a tantas pantallas como cámaras formaran el sistema de circuito cerrado estaba el guardia de turno quien lamentaba no poder poner algo de música para entretener el ambiente, mientras movía al azar las piezas de un tablero de parchís que le habían regalado para entretenerse en el trabajo, pero que no sabía usar. Movía nerviosamente las piezas a pesar de casi no poderlas ver con la tenue luz grisácea de las pantallas a blanco y negro, inquieto al haberse roto luces y aparatos casi sin razón aparente lo que le dio al lugar un tono lúgubre que presagiaba una noche espeluznante y larga.
La tarde había transcurrido con normalidad según las palabras de su compañero del turno anterior. Las labores de mantenimiento estaban a punto de terminar y las instalaciones comenzaban a ser acogedoras después de años de abandono. Los turnos nocturnos nunca habían sido agradables pero desde que arreglaron la sección de vigilancia en la recepción, ya no le molestaba hacer su trabajo.
Las luces de los pasillos titilaban constantemente. Lo único que tenía que hacer era disuadir a los niños de incursiones aventureras y a los vándalos de sabotear la infraestructura. Los rumores de posesiones, espíritus y cosas sobrenaturales se disiparon al encontrar graves fallos en las instalaciones eléctricas que quemaban aparatos y desniveles que cerraban bruscamente las puertas. Con el mantenimiento cada cosa permanecía en su lugar, cada aparato funcionaba según estaba previsto, cada movimiento estaba controlado.
El silencio continuo reinando, las cámaras solo graban video así que dependía de sus oídos para saber cómo debía intervenir, pero el ambiente empezaba a hacer mella en su eficiencia y se notaba cuando saltó al oír un chillido que resultó ser una rata cayendo en una de las últimas trampas que se habían puesto para eliminar las plagas.
Eran las doce de la noche y quedaban menos horas para terminar su turno, el guardia empezaba a preguntarse si podía usar el teléfono para escuchar un sonido más alegre y al poner la bocina en su oído se dio cuenta de que la línea estaba muerta.
Las pantallas titilaron y el destello blanco rápidamente capto su atención. Algo se movió mientras estaba distraído pero logro darse cuenta mirando de reojo. El sonido de unos pasos y una respiración agitada lo turbaron y tomando la linterna de mano, se acercó al pasillo para comprobar una vez más que no había nada.
Regresando a su puesto pensó que ya había tenido suficiente de ese trabajo. Pero solo faltaba una noche para poder dejarlo. Esta noche y nada más.
Una vez más escucho el sonido de unos pasos, a más velocidad que los primeros y gimoteos desesperados ahogados en sollozos, esta vez en otra dirección.
Dejando de dudar quiso disipar sus pensamientos sobrenaturales que ya le oprimían el pecho para lo cual tomo su linterna y la porra eléctrica para confirmar si eran niños haciendo alguna prueba de valor o algo diferente.
Ya saliendo por la puerta, miró por última vez la pantalla esperando ver algo que le evite moverse en vano pero no hacinada, resignado se dispuso a salir cuando un destello le hizo volver a ver y en la pantalla cinco, vio que la puerta de la habitación veinticinco estaba abierta.
Ya harto de la opresión en el pecho que le estaba causando la tensión, volvió a disponerse a salir a investigar cuando el sonido del teléfono en recepción le hizo saltar el corazón.
Sabiendo que el teléfono estaba muerto, su valentía y confianza en que no habría nada sobrenatural se derrumbó al instante. Temblando se acercó despacio al teléfono, temiendo la ridícula idea de que algo fuera a saltar de ahí y ya teniéndolo en sus manos, lo levantó y escuchó casi rezando que no pudiera escuchar nada por la bocina.
Aparte del ruido normal de la interferencia, parecía poder escucharse débilmente el sonido de un corazón latiendo muy agitado y una pesada respiración. Aterrado ante esto pero aun con algo de cordura sobre sus hombros, preguntó
—Buenas noches, Hotel 171, ¿en qué puedo ayudarle?
Sin saber por qué, solo alcanzo a decir lo que le habían enseñado a responder cuando estaba en el turno matutino. Esperaba que los sonidos cesaran pero el palpitar parecía acelerarse mientras unos pasos se oían de fondo.
Una puerta se cerraba con cuidado al tiempo que otra se abría violentamente.
—¿Hola? Si esto es una broma, le pido que cuelgue. —Dijo con voz temblorosa mientras miraba la pantalla. Ahora hay dos puertas abiertas.
Por la bocina del teléfono se escuchaban sollozos cada vez más fuertes mientras que el sonido de palpitar se aceleraba y se hacía más audible
—A… Auxilio, por favor. ¡Que alguien me ayude! —Dijo una voz femenina al borde del llanto
—¿Quién es usted? ¿Dónde se encuentra?
—Auxilio, emergencias, ¡Van a matarme!
—Esto no es emergencias, es el hotel 171, llamare a emergencias, dígame donde se encuentra.
—No lo sé… escapé… Auxilio, vienen por mí.
El guardia estuvo a punto de colgar para llamar a emergencia cuando se dio cuenta de que eso sería abandonar a la chica y también que no hay línea de salida.
Armándose con la porra eléctrica se dispuso a salir cuando oyó por la bocina una puerta abriéndose bruscamente y a la chica comenzar a gritar.
Un escalofrío recorrió su espalda cuando se dio cuenta de que estos sonidos no solo provenían de la bocina y tomándola comenzó a gritar.
—¡Señorita! ¡Señorita! Respóndame, ¿dónde se encuentra? La ayuda va en camin…
Un disparo que retumbó en todo el hotel dejo todo en silencio. Soltando el teléfono cedió al temblor de sus piernas y miró por última vez la pantalla, viendo a un sujeto enmascarado mirándolo a través de las cámaras. La cámara número uno. La que apunta a la puerta de recepción. Entonces la puerta se abrió.
A menudo me pregunto como serán los últimos días de nuestro planeta. Es evidente que no seré yo quien lo vea, pero también se nota que probablemente ningún humano lo vea tampoco. ¿Qué tal un poco de imaginación para visualizarlo?
Viento Solar
Sin la capacidad de sentir felicidad o apatía, se sentó en una de las pronunciadas crestas de un cráter en la luna y miró arriba, allá donde una pequeña joya de aspecto reseco y grisáceo apenas era la sombra del azul intenso que algún día fue.
Otra oleada de viento solar la azotaba y lo último de su ya tenue atmosfera era arrancada y parte de ella chocaba contra la luna, justo donde estaba sentado observando el evento. Por un momento, al sentir los rastros de oxigeno ionizado pensó.
— ¿Esta es la brisa de aire fresco que sentían mis creadores cuando vivían en la tierra?
Que les digo, esta es una de las temáticas que mas me gusta.
El día que supe que los demonios eran reales, no sentí especial preocupación. Había cosas más problemáticas de las que preocuparme como para tener miedo de extraños seres venidos de otra dimensión.
Ni siquiera el ser parte del menú me preocupaba, mis problemas eran más serios y estaban en mi cabeza, probablemente a punto de materializarse.
Los demonios son seres de otro mundo, los noticiarios los han presentado como reales en pocos confiables reportajes esotéricos, donde señoras de pocos dientes y mucho descaro fingen desterrarlos hacia mundos infernales a cambio de un módico precio. Los televidentes fascinados y aterrados contemplan la pantalla brillante mientras pasan comerciales ante sus ojos casi sin que se den cuenta.
A pesar de que es mundialmente aceptada su existencia, nunca se ha podido confirmar científicamente, hasta que cierto investigador de renombre, propuso que estos podrían existir como una manifestación del subconsciente colectivo. Una forma atávica de terror manifestada en excéntricas presentaciones acordes a la realidad cultural gobernante. Esto explicaría por qué han pasado de ser desde seres amorfos, hasta estar constituidos como mezclas animales y últimamente, como humanos muy deformados.
El científico no tuvo suficiente con ello, y comenzó a construir una máquina para poder materializar los terrores subconscientes. Trabajó en ello antes de que nazca y termino su trabajo después de que termine la adolescencia. Realmente diría que hubiese preferido que se tarde tal vez, unos cincuenta o cien años más, pero fue inevitable.
Como era de esperarse, tantos años de trabajo pasaron factura en su cordura por lo que tan pronto logró hacer funcionar su máquina, esta se salió de control. O más bien, el científico dejo que se saliera de control…
Y los demonios se hicieron reales.
La primera víctima, como era de esperarse, fue el mismo científico, que fue devorado ante las cámaras por un extraño ser de piel rojiza y cuernos sobre la cabeza. Su asesinato fue brutal.
Desde entonces, las apariciones de los demonios han sido posibles de ser capturadas en cámaras de alta calidad, los reportajes ya no usaban los videos de calidades miserables y muy distorsionadas. Los demonios se hicieron reales.
Debido al temor que estos causaron, pronto comenzaron a aparecer formas demoniacas nunca antes vistas.
El terror colectivo comenzó a manifestarse en formas muy extrañas, desde cofres con dientes hasta impresoras trituradoras de carne. Los demonios pronto dejaron de ser una aparición espontánea y muchos aparecían de la nada, en la casa de sus creadores.
No, realmente no me preocupan los demonios.
Tengo problemas más serios con los que lidiar.
He estado encerrado en mi habitación desde que mi mente comenzó a salirse de control, pero oigo lo que está sucediendo afuera.
Monstruosos gritos y gruñidos acompañan al clamor de la gente que pronto se ve silenciada entre chapoteos y el crujir de sus huesos.
Pero eso no me preocupa.
La puerta empieza a ser azotada. Golpe tras golpe la van debilitando y algunos cuernos y garras se dejan ver entre las grietas que van apareciendo.
Pero eso no me preocupa.
Finalmente la puerta cede. Extraños seres entran amenazantes y se abalanzan contra mí.
Pero eso no me preocupa.
Al instante, mueren triturados y atormentados de formas peores a las que hacía un rato.
Tengo cosas más importantes de las que preocuparme, como por ejemplo, los ruidos de mi cabeza ahora que son reales y no permitirán que nada externo me aleje de ellos.
Una de las cosas mas interesantes de la mente humana, es la capacidad de darle personalidad a seres inanimados. Esto probablemente sea una consecuencia accidental de nuestra naturaleza puesto que las pareidolias son un fenómeno frecuente y hasta viral en internet, por lo que me gusta experimentar para ver que tan lejos lo puedo llevar en los relatos. El de hoy es uno de esos experimentos.
Sangre Artificial
Después de una larga guerra, solo quedaba en el campo de batalla un androide bélico y un soldado enemigo al borde de la inanición Este último, arengado por el fervor de un patriotismo desmedido, aún luchaba por levantarse a pesar de sus heridas que, si bien no eran fatales, le dificultaban seriamente el movimiento.
El androide, una maquina sin sentimientos controlada remotamente desde un puesto de avanzada, era apoyado por una primitiva inteligencia artificial que permitía predecir los movimientos de los atacantes para responder con suma prontitud y reducir la probabilidad de daño al cargamento que llevaba consigo. Sin embargo, sus funciones principales fueron reducidas al mínimo tan pronto como su controlador se alejó de la batalla. Su rendimiento apenas era superior al de un pisapapeles, pero su porte, imponente para una maquina antropomorfa de dos metros de altura, aún intimidaba con solo mirarla.
Durante la batalla, el aparato se desenvolvía con soltura, con el poder que otorga la naturaleza cuando se comprende su funcionamiento, mientras que el soldado apenas podía usar sus armas y esconderse entre las trincheras, viendo al androide destrozar a sus compañeros.
El tratado internacional prohibía la utilización de estas máquinas e incluso, restringía el uso de inteligencias artificiales para su movilidad, sin embargo, la guerra se gana como se puede y para ello se aprovecharon agujeros en la legislación del tratado internacional para poder traer estos aparatos.
Prácticamente la guerra era entre humanos pero los androides de batalla estaban siendo controlados por ellos así que aún era legal. La velocidad con la que causaban bajas era tal que se lo podía comparar a la presentación de la primera Gatling anteriores guerras históricas.
La batalla terminó con una gran destrucción y mortandad alcanzada tan solo por el masivo sacrificio que hicieron los soldados para poder neutralizar a los controladores de los androides, causando el retroceso del ejército enemigo. El silencio dominó el escenario cuando los últimos gemidos de dolor fueron ahogados por el abrazo de la muerte más serena.
El soldado, con fracturas en sus piernas, observaba atentamente al androide que había mutilado a sus aliados.
Le guardaba rencor. Se odiaba a si mismo por seguir con vida y por dejar entera a esta máquina.
Tirado a varios metros de distancia, trato de levantarse, pero el dolor se lo impedía.
Con la mitad de su cuerpo fuera de la trinchera, sus piernas estaban muy lastimadas como para permitirle moverse. A pesar de esto, el odio lo arrastraba hacia el androide que permanecía en la última posición que se le fue ordenada por su operador.
El solado continúo con su esfuerzo. Todos los demás androides habían sido destruidos, muchos de ellos aún tenían sobre si pedazos de los amigos del soldado pero este quedaba completo. En una pieza. Solo. Totalmente solo.
Su misión solo terminaría cuando este androide haya sido destruido, sea que tenga que sacrificarse, saltar en pedazos o morir desangrado. Todos sus compañeros cumplieron sus misiones de esta manera.
Siguió arrastrándose sobre el tortuoso terreno, teniendo que pasar por algunos cráteres causados por las violentas explosiones de granadas, algunos de los cuales aún contenían pedazos de sus compañeros que no pudo reconocer.
Llegó hasta donde estaba el androide y lo miró una vez más.
Firme y estático, su apariencia era como el de un hombre fornido. Fue creado así para producir una sensación inquietante en el enemigo. Sus ojos resplandecientes seguramente no eran capaces de ver nada pero estaban ubicados en su rostro para asemejarse a los humanos. Sus brazos aún sostenían una especie de rifle que de ninguna manera una persona normal podría levantar y sus piernas estabilizadas por algún mecanismo moderno, marcaban el terreno por el peso de su equipamiento.
El soldado busco en su chaqueta táctica una granada. Estaba agotado, sin fuerzas para moverse y sabía que nadie vendría a rescatarlo.
Los recuerdos de sus amigos saltando por los aires en pedazos lo movían a escarbar frenéticamente buscando la granada pero no la encontró. Por el golpe que recibió había olvidado que gastó todas en otras batallas.
Tanteo sus ropas buscando un arma, pero solo encontró un cuchillo para batallas cuerpo a cuerpo. Hecho de un metal fuerte, no parecía lo suficientemente fuerte para poder atravesar la armadura del robot. Sin pensar en estas cosas, se lanzó y comenzó a apuñalarlo en el pecho con todas sus fuerzas. Causando tantos rasguños que al llegar la noche, logró perforar la armadura.
El robot seguía inmóvil, pero era evidente que se sabía encendido dada las luces en sus ojos. No hizo nada para evitar el daño. No tenía a nadie controlándolo desde lejos.
El soldado continuó apuñalando al robot hasta el día siguiente, y así por tres días después de los cuales caía rendido y hambriento.
Comenzó a llover y el olor a putrefacción mezclada con pólvora se disipo un poco.
Las fuerzas se le escapaban.
Las heridas se le infectaban.
Caído a los pies del aparato pensó que no tenía más opción que aceptar su derrota.
El robot, por alguna razón se inclinó sobre él y el soldado pensó que había activado algún sistema de defensa, así que lloró pensando que iba a ser eliminado aún antes de morir de hambre, pero el robot no se movió más.
Su enorme cuerpo bloqueaba la lluvia que caía sobre el soldado y las gotas de agua se escurrían por sus ojos como si fueran lágrimas.
Abriéndose una compuerta en su pecho, muy cerca de donde el soldado lo apuñalo repetidamente, cayeron algunos suministros sobre el soldado y entonces, las luces de sus ojos se apagaron.
Hay un lago de fuego donde los mortales van a bañarse. Buscan alivio de sus pesares ahogándolos entre los gritos de dolor de los condenados y su angustia al ser purificados alimenta este mar de agonía.
Cada día, este lago es alimentado. Lagrimas saladas escurren desde el cielo y arrastran los rencores sulfurosos desde las orillas hasta las aguas infinitas que no dejan de crecer, pero no desbordan de sus límites. El dolor es infinito pero no la humanidad. Nunca habrá más dolor que el que los humanos puedan aportar.
El fuego desde siempre ha sido redentor. Consume el azufre de los rencores y evapora el agua del lago, cristalizando en la sal, las desilusiones que pronto se disuelven entre los gritos de dolor de los condenados, quienes tarde comprenden aquello que los encerró allí.
¿Quién busca sumergirse en sus aguas? Estas invitan a cualquier alma sedienta. El dolor no es algo que importe cuando se observa el rojo vivo que recuerda la carne desgarrada. Los cristales de sal disolviéndose y volviéndose a formar son un espectáculo maravilloso.
¿Quién quiere quedarse allí? Cualquier mortal que haya vivido lo suficiente comprenderá que no hay mejor lugar que este para descansar.
El silencio de los alrededores contrasta con los gritos de los condenados. El vacío, la soledad, el frio y el infinito. Yo sé que los mortales odian ir allí. Les obsequiare el lago de fuego que es mejor. Sin embargo ellos siguen caminando, en silencio o clamando, riendo o llorando, hacia aquel horrendo barranco donde sus cuerpos pútridos siguen acumulándose. Y el vacío se llena tanto como mi lago se puede llenar. Pero allá, no hay nada más que silencio. Allá no estoy yo.
Relato auspiciado por Klara Klara y su petición de :
Quiero sufrimiento, dolor, desilusión, rabia y fuego
Esta vez he optado por un relato introspectivo planteando una decisión. La narrativa creo me ha quedado muy pacifica para su contenido sin embargo.
La tierra no era más que montones de elementos químicos sólidos apiñados uno sobre otro, pero las leyendas decían que existían ciertas piezas, pequeñas como tornillos, las cuales al enterrarse y remojarse, podían crear estructuras fascinantes y variadas.
Conocía bien todos los procesos, había mucha información en la ya decadente base de datos global a la cual, quien quiera pudiera acceder desde cualquier parte del mundo, pero él era el único que quedaba para consultarla.
Probablemente deje de funcionar algún día, él no puede darle mayor mantenimiento ya que su estructura y programación no le permite hacer más, aun así, la consulta a diario mientras mira el rojo sol ocultarse en el horizonte.
Ya han pasado varios millones de años desde que fue abandonado a su suerte, sus creadores tienen paradero desconocido, pero los datos revelan que lo más seguro es que estén muertos, sus periodos de vida eran extremadamente cortos a diferencia del suyo que aparentemente resulto indefinido.
Su alta figura no se parece a nada de lo que hay a su alrededor. De cuerpo destartalado, el calor del sol ha destruido su recubrimiento que le hacía ver como sus creadores.
Sus piernas ya muestran rastros de corrosión. A veces le resulta difícil moverlas cuando ha pasado mucho tiempo quieto.
Su abdomen se ve hueco. Hay mucho espacio entre los componentes que quedan colgando de alambres del mismo material duradero del que está hecho el resto de su cuerpo, pero sabe que si se mueve muy bruscamente, estos se pueden arrancar.
Sus brazos, más desgastado que el resto de su cuerpo, tienen rastros de arañazos en su estructura básica de soporte debido a su constante exploración por zonas pedregosas por las que suele deambular.
Su cabeza, el simplemente no sabe cómo se ve pues, sus sensores ópticos están allí.
Su trabajo era simple.
Tenía que buscar exploradores perdidos por las áridas arenas del desierto y rescatarlos antes de que el abrazador sol los matara.
Gracias a él se salvaron muchas personas y se logró colonizar un gran área que ahora está llena de escombros de lo que fue una prospera civilización, similar a aquella vieja ciudad fundada en otro desierto y que también está en ruinas desde mucho antes.
En aquellos años según recuerda, existía un fluido extraño y peligroso, capaz de matar a quien cayera en él y a pesar de eso, ser muy utilizado por los humanos.
Siempre supo que debía cargar cierta cantidad en sus exploraciones y que este ayudaba a los exploradores extraviados a sobrevivir, pero le tenía miedo.
Un miedo extraño, anormal y fugaz que se perfilaba cada vez que se acercaba a cierta masa de agua cercana. Muy extraño pues él no estaba programado para tener miedo, pero ahora ya no hay nada que temer, desde hace miles de años que el agua desapareció.
La gran base de datos le ha alimentado todos estos años. Y él va a darle mantenimiento cada vez que puede.
Actualmente no queda ningún otro robot operativo y solo él es el último que deambula sobre la árida tierra, reseca gracias a la gigante roja que tiene por sol.
Su diseño es especial para soportar altísimas temperaturas e incluso se insinuó que resistiría caer a un volcán sin recibir daño alguno, pero su apariencia era similar a la de sus creadores para evitar causar terror entre los que iba a rescatar.
A menudo explora la tierra buscando esos extraños objetos que generaban vida.
Busco por todas partes y recolecto cualquier cosa que pareciera semillas o plantas, para cada vez que volviera a la gran base de datos a dar mantenimiento sembrarlos a su alrededor, con la esperanza de volver a ver las plantas que acompañaron e hicieron felices a sus creadores, y tal vez, volverlos a ver y a servirles como hace mucho no hacía.
El regresaba de su último viaje de exploración, con la energía de sus baterías al límite pero sin intenciones de darse mantenimiento.
Rodeando a la central había montones de cosas enterradas en patrones fractales.
En el flanco izquierdo se podían ver lapidas en forma de cruces y otras en formas de árboles.
Muchas formaciones rocosas retorcidas recordaban vagamente a árboles o personas y hasta había estatuas resquebrajadas sembradas por los alrededores.
Después de dar mantenimiento a la base de datos, salió con su última adquisición.
Una pequeña esfera que encontró entre recipientes de cerámica enterrados al fondo de unas catacumbas.
Tal y como era su rutina, cavo con sus manos hasta solo diez centímetros y deposito con cuidado la semilla.
La tierra reseca y arenosa ya no oponía tanta resistencia como al principio por lo que el número de arañazos en sus brazos eran pulidos por el desgaste de la fricción con la arena.
Y esperó. Tal y como había hecho desde hace millones de años, siguió esperando a que surgiera de la tierra y la cubriera con su sombra un imponente árbol, pero esto nunca pasaba.
Y desesperó.
En lugar de volver a salir de expedición, consulto una última vez la base de datos para saber en qué se equivocaba. Faltaba agua, pero esta dejo de existir desde que el calor de la gigante roja evaporo hasta los mares intercontinentales.
Cansado de esperar, recordó que el fluido que lo mantenía funcionando se veía como agua, así que desesperado arranco unos tubos de su pecho y regó la semilla, pero observo con desesperación como todo el líquido se evaporaba al tocar la tierra.
Ya incapaz de moverse, se quedó plantado junto a esa semilla, mientras esperaba que al menos ese vapor volviera en forma de lluvia y lo ayudara a levantarse, al igual como lo hacían los árboles en la antigüedad.
Nota del autor
Se supone que con el tiempo los procesos termodinámicos del sol llevaran a su crecimiento como gigante roja que crecerá hasta tragarse la tierra y otros planetas pero hay un intervalo de tiempo en el que la tierra sin atmósfera y sin agua será poco mas que un desierto ardiente similar a Mercurio.
Relato para el reto blogger del grupo Deus Ex Machina, una historia que describa a la humanidad en algún lugar del gran filtro.
Cuando los enormes recursos del planeta no bastaron para alimentar las ambiciones de los humanos, pusieron todo su esfuerzo en acaparar los recursos de todo su sistema planetario, esto los convirtió en una civilización tipo II, pero a costa de su planeta de origen.
Si bien, aun podían conseguir recursos de allí, les resultaba especialmente imposible habitarlo por el daño que le hicieron, por lo que repartidos en colonias aisladas en cada planeta rocoso del sistema solar, se dedicaron a rehacer su vida tan cómoda como pudieron gracias a su posición como civilización tipo II.
La búsqueda de un nuevo planeta por habitar consumía recursos a niveles descabellados, obligando a la minería incluso en planetas gaseosos como Júpiter, llegando a extremos de extinguir por completo los anillos de Saturno, los cuales se estimaba en épocas anteriores, tardarían millones de años en desaparecer, sea convirtiéndose en pequeñas lunas o arrastrados por la gravedad de su planeta. Las colonias a lo largo del sistema solar, sin embargo, se comportaban de una forma diferente de lo esperado.
Las noticias de que Fobos colisionaría contra marte no eran nuevas, se sabía de este evento desde hace mucho tiempo, casi desde su descubrimiento, pero la colonia no tomó ninguna medida preventiva.
Cuando las fuerzas de marea lograron quebrar a Fobos, todas las colonias advirtieron que debían buscar refugio hasta que la situación se estabilice, incluso les permitieron repartirse entre las demás colonias en otros planetas, pero no hubo respuesta.
Se escuchaban sus retransmisiones.
La gente bebía y comía alegre a pesar del riesgo.
Las fiestas y eventos sociales eran frecuentes y las emisiones de programación de entretenimiento nunca acabaron.
Incluso cuando la lluvia de fragmentos cayó en marte, alguna estación aun transmitía, hasta que acabo la energía almacenada y marte quedo totalmente en silencio.
La siguiente colonia en desaparecer fue la de Plutón.
Distantes y aislados vivieron en buen rendimiento gracias a la gran cantidad de recursos energéticos allí, pero no se volvieron a comunicar con las demás colonias.
Una sonda que pasaba por allí, reportaba congelamiento absoluto mientras recibía una última señal que se apagaba ante la falta de energía sobre un programa de chismes grabado hace quien sabe cuánto tiempo.
La colonia de Mercurio desapareció repentinamente también después de una llamarada solar, a pesar de tener escudos especialmente preparados para estos eventos. Su última transmisión sin embargo, fue la de un científico.
— Aquí la última transmisión de la colonia de Mercurio, civilización humana tipo II hacia el universo. Estamos solos. Estaremos solos. Hace frío, el Sol nos dará el calor que necesitamos.
La colonia de Venus volvió a la tierra.
Los habitantes no huyeron de allí, si no que viajaron a modo de turismo a aquel planeta gemelo que alguna vez fue azul.
Colonizaron la tierra una vez más.
La última colonia humana, civilización tipo II capaz de asimilar los recursos de todo su sistema planetario era un reducido grupo de personas, suficiente para repoblar el planeta entero pero entregado al hedonismo.
Los científicos, amargados, meditaban sobre el derecho de la humanidad de ser llamados tipo II viendo una alta tasa de analfabetismo en la población, que tan solo se dedicaba a los placeres de la vida y el entretenimiento trivial. Los humanos se aburrieron.
La última colonia humana, habitante en la tierra, detuvo sus transmisiones sabiéndose sola en el universo y un científico dijo sus últimas palabras.
— Estamos solos, no representamos a los humanos pero la humanidad se ve representada por nuestros logros. Ya no existe el círculo de la vida, pero volvemos a él. Si hay alguien allí afuera y nos escucha de alguna forma, por favor, deje que el Sol acabe con nuestro recuerdo. Si no, el Sol acabara con nuestro recuerdo.
La última colonia humana se entregó al círculo roto de la vida durante una fiesta, los científicos se aburrieron, la gente no le interesaba sobrevivir. La tierra trató de asimilar a aquellos que le arrebataron todo pero ante su incapacidad, ahora yacen eternamente sobre el yermo desolado.
El Sol, ya sin combustible se expandió y elimino todo recuerdo y al universo no le importó.