Relato Corto: Carencias de la infancia

Carencias de la Infancia

He actualizado y corregido el relato “Carencias de la infancia” del año 2017 para enviarlo a un concurso para la plataforma “El discurso de la imagen” para el concurso de terror en el que participé. Vamos viendo si logro reactivarme y escribir de nuevo.

Junto al relato Llamada de Emergencia”, este relato participó en el concurso “El Discurso de la imagen”

La imagen esta creada por inteligencia artificial, en la plataforma de Craiyon con las palabras:

An elderly woman, her form bent with age, pushes a cart across a long suspension bridge shrouded in mist, a cloudy mountain range forming a dramatic backdrop

Me gustó mucho el resultado pues me recuerda a la imagen creada para el relato “El Brote Perfecto


Carencias de la Infancia

Tras largas jornadas vividas, la vida de la anciana se le antojaba eterna, fastidiosa y agotadora.

El prolongado trabajo que ejerció para sobrevivir, comenzaba a pasarle factura en forma de muchas dolencias, especialmente una que afectaba a su pierna derecha desde algunas semanas y que resentía con el frio clima que estaba en curso.

Sus temblorosas piernas no son ni la sombra de lo que fueron en el pasado, pero le sirven para poder seguir luchando por sobrevivir mediante la venta de pan amasado.

Como cada día de la semana, se despertó muy temprano para preparar el pan. Sus fuerzas se acababan con cada lote de masa que llevaba al horno y para cuando salía, aun en ausencia del sol, ya estaba extenuada.

El frio de la mañana era acompañado por una densa niebla que apenas difería de sus cataratas, pero no podía darse el lujo de descansar. Nunca pudo dárselo. Su precaria situación apenas le da para comer y no puede acceder a tratamientos para sus dolencias.

Tomó su camino como lo hacía siempre. La pierna le dolía por el frio que atravesaba sus huesos pero fue calmando conforme entraba en calor al caminar.

El sol asomaba por el horizonte pero quedaba cubierto por las montañas y nubes que rodeaban el puente enterrado entre las sombras de la niebla y tenía que pasar. Poco transitado, esa mañana se encontraba totalmente vacío, en silencio y a oscuras. Cada tabla que lo conformaba crujía bajo el peso del carrito que empujaba para llevar el pan a la ciudad.
En la noche había llovido así que estaba algo resbaloso por la fina capa de hielo que se había formado. Empujar el carrito no resultaba tan difícil si lo hacía bien y el esfuerzo le daba el calor necesario para aguantar el dolor de sus huesos.

La niebla la acompañaba a cada paso que daba. El silencio roto por ratos ante su paso daba lugar a multitudes de recuerdos. Libros de infancia, delirios de juventud. La oscuridad campaba mientras las montañas retenían al sol.

De niña leía cuanto caiga en sus manos. Los viajes épicos le fascinaban, las aventuras de héroes griegos y exploradores famosos alimentaban su imaginación, sin embargo, los peligros que afrontaban estos, le daban miedo.

Despertó súbitamente de sus fantasías ante un mal paso que le hizo doler su pierna. El calor del movimiento se disipaba rápidamente ante el abrazo de la niebla, pero el peso de su carrito la hizo detenerse.

A sus espaldas la nada.

Frente a ella, nada.

El puente, engullido por la niebla, era difícil de transitar. Cada paso nuevo que daba le provocaba inquietud y el blanco infinito a sus espaldas le recordaba  al mar fundiéndose con el cielo en el horizonte de los libros que leía.

Sintió entonces el miedo de los exploradores que alguna vez admiró. La incertidumbre se incrementaba cada que se detenía a descansar. El silencio la acosaba con ilusiones cada vez más aterradoras.

Su corazón latía frenético ante horribles monstruos escondidos en la niebla. De su infancia llegaba solo miedo el miedo a la soledad que siempre la acompaño y, dejando su carrito abandonado, corrió desesperada buscando escapar de sus terrores.

A paso veloz pero torpe, su pierna se quejaba pero no le importó. Solo un fuerte dolor en el pecho detuvo su escape, a centímetros de la salida del puente y cayó lamentando no haber recordado a nadie que le inspirara seguridad en su vida.

Cuando la neblina despejó, la anciana yacía inerte en el suelo tal y como vivió. Sola.


ColecciónRelatos Cortos
TemáticaHorror Existencial
También enOnirismo, Terror Psicológico

escrito en 22 mayo 2017

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